La economía de carrera -o en inglés running economy– la podemos definir como el volumen de oxígeno que movemos a un cierto ritmo de carrera. O dicho de una forma más sencilla, si fuéramos un coche nos servirá para saber cuánto combustible consumimos a una velocidad determinada. Si mejoramos la economía de carrera, podremos correr al mismo ritmo consumiendo menos, o correr más rápido consumiendo lo mismo. De esta forma nuestro rendimiento habrá mejorado.
La economía de carrera depende de muchos factores, entre ellos, nuestra complexión, nuestra biomecánica, la edad o el sexo. Pero también ha quedado comprobado que la mejora de la fuerza por distintos métodos también ayudan a progresar.
Trabajo de fuerza
Este es uno de los principales motivos para que los corredores entrenen fuerza. La forma de entrenar fuerza puede ser muy variada, desde trabajo de pliometrías (saltos y caídas) a trabajo de fuerza máxima, no necesariamente con cargas máximas. De hecho, la combinación de ambos tipos de trabajos deberían estar presentes en el trabajo para corredores. Cualquier trabajo de fuerza va a aportarnos mejoras en la carrera, pero quizá no todas las metodologías sean las más eficientes.
Lo que más nos interesa es que el trabajo que realicemos no nos impida rendir en nuestro deporte. Por ejemplo, no deberíamos tener unas agujetas que nos impidan casi movernos al día siguiente. Además, el trabajo de fuerza nos debería quitar el menor tiempo posible. No somos culturistas que hacen deporte, somos deportistas que hacen trabajo de fuerza.
Por Raúl Higuero.
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